La Mujer y el Derecho Humano a la Vida

“En El Salvador una mujer es asesinada cada 36 horas”

Nicole Santamaría

Gonzalo Torres

 

La Organización Mundial de la Salud (OMS), difundió (2012) un listado en el que El Salvador aparece como el segundo con más homicidios a escala mundial, al registrar 69.2 muertes violentas por cada 100 mil habitantes, siendo Honduras el país centroamericano que supera esta cifra con 91.6 asesinatos por cada 100 mil habitantes, razón por la cual se mantiene actualmente a la cabeza en un ranking de más de cien países, según este listado que se encuentra en constante actualización.

Según diferentes estudios realizados por Instancias Internacionales como el Plan de las Naciones Unidas para el Desarrollo,  ONU Mujeres, así como también diferentes denuncias interpuestas ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), La Organización de Estados Americanos (OEA) las mujeres entre los 15 y 44 años, tienen una mayor probabilidad de ser asesinadas, torturadas, mutiladas por hombres(en su mayoría), que de morir de graves enfermedades como el cáncer, la malaria, accidentes de tráfico o por situaciones de guerra.

En El Salvador en particular, las diferentes organizaciones feministas cuentan con un registro de casos que cada día se incrementa y se agudiza en gravedad para las mujeres de todos los estratos sociales y en todos los espacios de sus vidas.

Según los datos proporcionados por el Observatorio de la Violencia de Género contra Las Mujeres de ORMUSA, el número de Feminicidios en el primer trimestre del año 2014 es de 60 mujeres, lo cual significa que cada 36 horas una mujer fue asesinada.

En este momento no se cuentan con los datos actualizados del mes de abril y lo que va de este mes de Mayo, pero no son desconocidos los diferentes casos que los medios de comunicación cubren por el lujo de barbarie que las víctimas han sufrido, siendo el más reciente el feminicidio perpetrado por una pareja mujer, contra su compañera de vida.

Homicidio o feminicidio

Muchas veces hemos escuchado la palabra Feminicidio o Femicidio y damos por sentado que es el homicidio de una mujer, desconociendo que el Feminicidio lleva implícito razones de género específicamente, es decir, el asesinato evitable de una mujer por la razón de ser mujer.

En El Salvador y el mundo, los casos de violencia de género ocurren sin cesar.  Una de cada tres mujeres es víctima de violencia física o sexual, según el informe proporcionado por la OMS en Junio del 2013 (año en el cual se iniciaron la ola de crímenes contra mujeres inmoladas por sus compañeros de vida).

Las estadísticas mundiales apuntan que el 35% de las mujeres sufren hechos de violencia ya sea por sus propias parejas o fuera de ellas. Este porcentaje y la gravedad de la situación llevan a posicionar los feminicidios como un problema de salud global de proporciones endémicas.

En el Hospital Rosales,  en San Salvador, atienden, al menos, diariamente a una mujer con daños físicos por su condición de mujer.

La violencia de género mata y se está cobrando diariamente muchas vidas de mujeres que quedan en la impunidad, ya que acceder a la justicia se vuelve cada día más difícil. El silencio cómplice como una estructura social machista, permite normalizar y camuflar los feminicidios como hechos de la violencia generalizada, invisibilizando la magnitud real del problema.

“La violencia contra las mujeres es una violación a los Derechos Humanos y tiene importantes impactos en la salud pública como causa de enfermedad y muerte” mencionó  José Ruales representante de la OPS en El Salvador.

Lo curioso es que El Salvador pertenece a los Estados miembros de Organismos Internacionales como la ONU y la OEA, dónde se firman y ratifican tratados como La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y la Convención de Belem do Pará para prevenir , sancionar y erradicar la violencia contra la mujer.

“A pesar que existen estos instrumentos, la implementación de los mismos deja mucho que desear, por ejemplo el protocolo facultativo de la CEDAW, no ha sido ratificado por El Estado Salvadoreño, porque esto implicaría que El Salvador, podría ser judicializado por la falta de compromisos y acciones con los Derechos Humanos de las mujeres, así como lo son los Derechos Sexuales y Reproductivos que implica una reforma en las leyes que penalizan de forma absoluta el aborto, actualmente se ha conformado un movimiento ciudadano e internacional solicitando al Estado Salvadoreño el indulto de 17 mujeres con condenas de hasta 40 años por complicaciones obstétricas, mujeres pobres, con hijos e hijas que las esperan en sus comunidades, mujeres cuyo Derecho a acceder a la Justicia, entre otros Derechos,  han sido violentados condenándolas a una muerte social …” afirma Alejandra Burgos de la Red Salvadoreña de Defensoras de Derechos Humanos.

Irónico es que el país es miembro del CEDAW desde 1981, la discriminación, los patrones culturales machistas, y el cumplimiento de los derechos de las mujeres no han logrado tener el peso y el avance necesario en esta materia. Lo demuestra la violencia que sufren las mujeres por parte de pandillas, estado, empresas o personas individuales.  

Sin embargo, estas dos convenciones han servido de marco para la creación de la actual Ley de Protección Integral para una vida libre de violencia hacia las mujeres, cumpliéndose casi dos años de entrada en vigencia de la misma. Gracias a esta ley, se contabilizan únicamente  15 condenas por feminicidio.

“Cuando hablamos de una vida libre de violencia hacia las mujeres, El Estado Salvadoreño tiene una deuda histórica con nosotras. La convención Belem do Pará, debería  ser aplicada en su totalidad en la Ley de Protección Integral para una vida Libre de violencia hacia la mujer y analizar los vacíos que cuenta la Ley.

Considerar la vulnerabilidad en el que las mujeres estamos por ser mujeres y que se agrava cuando no entramos en los moldes estereotipados de Estados misóginos que considera como sujeta de derecho a la mujer de ciudad, joven, clase media o alta, con todas las capacidades físicas (principalmente las capacidades reproductivas), etc .

La falta de aplicación de los Instrumentos, sumada a la invisibilización de la mujer en toda su diversidad de condiciones y orígenes (mujeres rurales, con discapacidad, mujeres VIH positivas, adultas mayores, lesbianas, bisexuales, trans, intersexuales, etc), hace que la violencia se focalice, se perpetúe y la impunidad se arraigue aún más en un Sistema de Justicia que no reconoce ni legitima esta violencia de género cotidiana e institucionalizada” comenta Burgos.

En total, se invierten millones al año en salud pública para sanar las necesidades de las diferentes víctimas de violencia de género, sin embargo, estos esfuerzos no han sido suficientes  para respetar el Derecho Humano a la Vida de cientos de mujeres que la han perdido en El Salvador.

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