Cada 22 de julio se celebra el día del trabajo doméstico. Esta fecha se declaró oficialmente en 1983, durante el Segundo Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, para reconocer la contribución de las labores de las mujeres en los hogares, actividades que siguen siendo objeto de discriminación, sobre todo desde el punto de vista económico.
En la investigación reconociendo el trabajo doméstico remunerado en El Salvador se explica que el trabajo doméstico, históricamente ha sido asignado a las mujeres y, además, ubicado en las categorías de “no trabajo”, “trabajo no productivo” o “trabajo reproductivo”, por lo cual no figura en las estadísticas económicas pues –en teoría– no produce ni bienes, ni servicios.
Esta misma investigación relata que de 111,780 personas dedicadas al trabajo doméstico, el 91.4% son mujeres y solo el 8.6% son hombres.
“A pesar de que hay hombres en el sector, las ocupaciones que desempeñan los ubican como jardineros, chóferes o mayordomos, actividades que tradicionalmente no han sido “propias del hogar”. En el trabajo doméstico predominan las mujeres invisibilizadas de la economía y su nivel de subsistencia es mínimo, sus derechos humanos y laborales no son garantizados” detallan.
Para Ari Román del Sindicato de Trabajadoras domésticas SITRADOMES es importante que se cumpla resolución de la Sala de lo Constitucional donde manda al Ejecutivo a garantizar el salario mínimo para las trabajadoras domésticas. También considera urgente que las instituciones realicen su trabajo y tengan la voluntad de atender las demandas de las trabajadoras domésticas.
“Ahorita ha habido violaciones a sus derechos y el Ministerio de Trabajo no responde a esas demandas, e igual cuando ellas llegan no les dan un buen trato, y es necesario que esas demandas no prescriban, se les debe dar seguimiento” apunta.